Sus primeras referencias textiles se remontan al sur de Chile, lugar donde pasó largos años de su vida, diseñando formas que muchas veces deshico y volvió a hacer.

A pesar de que en la adolescencia ya contaba con una máquina, siempre disfrutó coser y arreglar a mano, para poder entregarle una segunda y tercera vida a la ropa y otros elementos textiles que la acompañaban.

Rescata sobre todo la idea de reparar, que ha trasladado a su obra artística tanto material como conceptualmente. En esa misma línea, considera lo textil como una esfera social, que posibilita por medio de su aprendizaje y técnica, que nos aproximemos a memorias ocultas.

Cree también, que pese a servir como práctica introspectiva, lo textil guarda en su esencia un profundo potencial comunitario.

Por todo esto, sus días actuales se suceden entre tejidos tridimensionales con técnicas ancestrales de cestería, bordados, costuras, tintes artificiales y naturales que realiza en solitario y también en compañía de otrxs tejedorxs, además del aprendizaje constante de diversos oficios de artesanxs del sur de México.