«Vivo en un territorio donde pueblos enteros han sido invisibilizados por la nación llamada México, actualmente este país llama al conocimiento y bienes materiales y culturales de los pueblos originarios “patrimonio”, concepto muy conveniente para aprovechar sus recursos, saquearlos y venderlos como mercancías, incluidos toda clase de textiles. Ante este escenario, surge la necesidad de volver a tomar el hilo de la trama que teje nuestras realidades, toca sumergirnos en la memoria e intentar tejer esa trama de un modo distinto.
¿Cómo defender mi territorio? Es una pregunta con muchas respuestas, por lo pronto y siendo consciente del lugar desde el que hablo, mi propuesta es conocer el espacio que habito y sus problemas. En este sentido, como mujer y dentro del contexto mexicano, el cuerpo se convierte en el primer territorio a defender ante la abrumadora ola de feminicidos. Así mismo, conocer las especies con las que compartimos el entorno es imprescindible para poder defenderlo en la era del calentamiento global.
Los textiles me abrieron una puerta a diversos conocimientos, así descubrí la maravilla de las plantas tintóreas que viven en el espacio que habito, el bordado me ha permitido expresar un mensaje tan fuerte como el de los feminicidios, el tejido me ha impulsado a conocer la historia de mi pueblo y de mi familia. Ahí en los textiles que creamos hay saber y conocimiento, se entrecruzan tiempos, espacios y personas, así es nuestra identidad en este territorio. Pero lo importante e interesante es saber, como vamos a tejer esta trama sobre la urdimbre tan rota que nos han dejado».